Entre los espacios de enseñanza descritos hay fronteras difusas. Las posibilidades reales son infinitas, dependiendo de los recursos disponibles y los objetivos docentes.
Si los recursos lo permiten, pueden combinarse las ventajas de cada situación para crear espacios de enseñanza flexibles que permitan a profesores y estudiantes: interactuar libremente, y, si hay obstáculos (¡como los mismos ordenadores!), eliminarlos cuando sea necesario.
En este punto, y especialmente al trabajar con tecnología y ordenadores, es importante subrayar que "la mejor forma de hacer las cosas no es siempre electrónica" (trad. de Pym, 2002:117-124). Incluso cuando las tecnologías de la traducción se puedan integrar en las clases de traducción, hay ciertas actividades que pertenecen a la "parte más propiamente de traducción de la traducción" que se resuelven mejor cuando el profesor y el alumno dejan los ordenadores y se miran a la cara.
Este es el caso, por ejemplo, al realizar el análisis del trabajo en grupo, al discutir, sugerir y tomar decisiones sobre las alternativas de traducción.